Shandry Tebele Universidad de Johannesburgo, Departamento de Biotecnología y Tecnología de Alimentos, Sudáfrica
Se sabe que los hongos filamentosos pertenecientes a los géneros Alternaria, Aspergillus, Fusarium y Penicillium sintetizan metabolitos secundarios conocidos como micotoxinas. Las micotoxinas afectan negativamente a los productos agrícolas, a los seres humanos y a los animales. El maíz es uno de los alimentos básicos más esenciales en todo el mundo y es susceptible a una amplia variedad de micotoxinas. Se cuantificaron un total de 22 micotoxinas en muestras de maíz (24), sorgo (8), trigo (3) y avena (20) de la provincia de Limpopo en Sudáfrica mediante cromatografía líquida-espectrometría de masas en tándem (LC-MS/MS). Se detectaron doce (12) de las 22 micotoxinas en maíz, papilla de maíz, sorgo y trigo, incluyendo α- Zearalenol (89%), fumonisina B3 (FB3) (84%), fumonisina B1 (FB1) (80%), ácido tenuazónico (TeA) (78%), ocratoxina B (42%), deoxinivalenol (12%), ocratoxina A (11%), 3- Acetildeoxinivalenol (7%), esterigmatocistina (6%), 15- Acetildeoxinivalenol (2%), ácido ciclopiazónico (2%) y aflatoxina B2 (2%). Las fumonisinas (FB1 y FB3) superaron el nivel máximo de las Regulaciones de la Comisión Europea. Existe una necesidad sustancial de monitorear la incidencia de micotoxinas y micotoxinas emergentes en productos alimenticios, ya que se detectó una alta concentración de FB1 (2153 ppb) y TeA (292,7 µg/kg) en maíz y sorgo, respectivamente. La presencia de múltiples micotoxinas, incluidas las micotoxinas emergentes, sin regulación, puede tener consecuencias para la salud de los seres humanos. La presencia de estas micotoxinas alienta aún más la realización de análisis frecuentes; su coocurrencia en las muestras plantea una amenaza significativa para la salud pública y, por lo tanto, se debe hacer más hincapié en reducir los niveles de contaminación de estas toxinas en los alimentos básicos.