M. Ali, M. Allihaibi, M. Alghamdi, A. Althaqafi, E. Alzhrani, A. Alghamdi, A. Almahmoudi, J. Sobahi
Introducción Después del manejo del estilo de vida, la metformina es la monoterapia inicial preferida para tratar la diabetes tipo II debido a su eficacia probada y perfil favorable de efectos secundarios. Si el tratamiento inicial con metformina no alcanza el objetivo de HbA1c o la metformina no es tolerada, se puede considerar la terapia de segunda línea: las pautas ofrecen una elección abierta que puede depender de varios factores. Objetivos Explorar los factores considerados por los médicos al prescribir una terapia de segunda línea después de la metformina. Materiales y métodos Realizamos una encuesta transversal con una muestra de médicos en La Meca y Jeddah. El cuestionario fue diseñado y probado incluyendo preguntas enfocadas en la selección de la terapia de segunda línea con motivo además o como una alternativa a la metformina. Los médicos fueron invitados sobre la base de un muestreo de conveniencia para completar el cuestionario. Resultados De 150 médicos contactados, 107 completaron el cuestionario. La mayoría (58%) había estado ejerciendo durante menos de cinco años y el 12% había ejercido durante más de 10 años. Aproximadamente todos (96%) suelen recetar metformina como primera línea, principalmente porque es barata y cumple con las pautas. La mitad de ellos dijo que a veces (o más) dejan de tomar metformina debido a efectos secundarios, principalmente malestar estomacal. La mayoría (80%) selecciona sulfonilureas y el 65% selecciona inhibidores de DDP4 después de dejar de tomar metformina debido a efectos secundarios. Cuando la metformina no alcanza el objetivo de HbA1c, el 72% de los médicos prefiere agregar sulfonilureas y el 58% prefiere inhibidores de DPP4; los principales factores considerados son el peso del paciente y la función renal. Conclusiones Las sulfonilureas aún se consideran una opción común después de la metformina, principalmente debido al peso del paciente. Los inhibidores de SGLT2 son menos favorecidos por los médicos a pesar de la creciente evidencia disponible a su favor.