K. M. Yacob
Todos los tratamientos para la fiebre se basan en la creencia de que los ataques son el resultado de una temperatura de 41 grados Celsius y dañan las células del cerebro y el cuerpo. Al mismo tiempo, no hay pruebas basadas en evidencias ni métodos de diagnóstico concretos que respalden la creencia de que los ataques y el daño cerebral son el resultado de la pirexia [1]. Los ingredientes necesarios para destruir las células cerebrales y los ataques no se pueden ver en la fiebre. En la pirexia o ausencia de fiebre, un paciente desmayado cae al suelo en estado inconsciente y destruye las células del cerebro, y los ingredientes necesarios para recuperar la conciencia son los mismos. Cuando la enfermedad aumenta la circulación sanguínea esencial y el nivel de energía también disminuye. La altura vertical entre el corazón y el cerebro es más de un pie. Cuando la enfermedad se agrava, la capacidad de bombear sangre al cerebro disminuye. Como resultado de esto, las células cerebrales se dañan, por lo que el paciente puede quedar paralizado o incluso morir. En la pirexia o ausencia de fiebre, cuando el flujo sanguíneo al cerebro disminuye, se forman los ataques. No hay otra manera que ésta para aumentar la circulación sanguínea al cerebro. Es una acción sensata y discreta del cerebro para proteger la vida o el órgano.