Endalu Mulatu* y Abdi Feyisa
La fiebre amarilla es una enfermedad viral hemorrágica transmitida por vectores que se transmite por la picadura del mosquito Aedes aegypti infectado y que afecta y plantea un problema grave a los seres humanos y a los primates no humanos en las zonas tropicales de África y Sudamérica. El virus que causa la fiebre amarilla es un virus ARN que pertenece al género Flavivirus. Numerosos factores son responsables de la aparición/reemergencia de la enfermedad, entre ellos la migración de individuos susceptibles al hábitat del vector, el aumento de la urbanización y los viajes. Existen tres ciclos de transmisión de la fiebre amarilla: selvático (selva), intermedio (sabana) y urbano. El virus de la fiebre amarilla se incuba en el cuerpo durante 3 a 6 días y desarrolla signos clínicos asintomáticos o graves, como dolor muscular con un dolor de espalda prominente, dolor de cabeza, pérdida de apetito y náuseas o vómitos, ictericia, orina oscura y dolor abdominal, insuficiencia renal y hepática. La enfermedad se puede diagnosticar mediante un ensayo inmunoabsorbente ligado a enzimas, reacción en cadena de la polimerasa. No se han encontrado tratamientos específicos que beneficien a los pacientes con fiebre amarilla. Siempre que sea posible, los pacientes con fiebre amarilla deben ser hospitalizados para recibir atención de apoyo y observación minuciosa. La mayoría de los pacientes desarrollarán una enfermedad asintomática o leve con recuperación completa, mientras que la forma grave de la enfermedad acabará en muerte. La fiebre amarilla se puede prevenir mediante la vacunación masiva y el control de vectores. En las zonas donde la enfermedad es endémica, toda la población debe vacunarse contra la enfermedad.