Ekaterine Atanelishvili, Anano Babukhadia, Teimuraz Bezhiashvili, Ekaterine Burkiashvili, Teona Gubianuri, Salomé Jorbenadze, Nino Khonelia, Sophio Komakhidze, Malkhaz Makashvili.
Las preguntas de investigación abordadas son: 1. ¿Los niños tienden a relacionar rostros desconocidos por su expresión facial o por su identidad? 2. ¿Esta tendencia está relacionada con la edad? Un total de 60 alumnos de ambos sexos, de 6 a 9 años, participaron en el experimento. Se presentaron tríadas de fotografías a los participantes, una a la vez. Dos de las tres fotografías mostraban a dos personas diferentes (A y B) con la misma expresión emocional, mientras que la tercera era la misma que la persona A con una expresión facial neutra. Se pidió a los participantes que relacionaran fotografías y eligieran la que no era la adecuada. Los niños de 6 a 7 años tendían a relacionar rostros por su expresión facial, mientras que los de 8 a 9 años tendían a relacionar rostros por su identidad. Presumiblemente, la preferencia de relacionar rostros en lugar de por su expresión facial en los niños mayores puede atribuirse al desarrollo relacionado con la edad de la capacidad de prestar atención selectiva a la identidad del rostro, sin prestar atención a la expresión facial emocional. En cuanto a la importancia biológica de este fenómeno, se sugiere que el desarrollo de la capacidad de identificar a las personas aumenta en importancia con la edad en paralelo al aumento del nivel de socialización y de contactos con una comunidad más amplia.