Gopalarao vuppala, Rama Krishna y Krishna Murthy
La enfermedad de Alzheimer (EA) es la forma más común de locura. Provoca un sufrimiento severo para los pacientes, en forma de cambios progresivos de comportamiento y de tratamiento que incluyen deterioro intencional, pérdida de independencia, problemas emocionales y alteraciones del comportamiento [1]. La EA tiene muchos factores contribuyentes subrayados y la toxicidad del metal es uno de estos factores. El metal puede ser un metal importante que no tiene un papel biológico en el cuerpo. Así como el deterioro de las funciones sensoriales y motoras. Los tratamientos médicos especializados disponibles actualmente, como los inhibidores de la acetilcolina inesterasa (AchEI) y los antagonistas del receptor N-metil-D-aspartato (NMDAR), han mostrado una eficacia limitada, y ninguno retrasa o detiene la progresión de la enfermedad. La atención médica de factores (principalmente vectores de agentes infecciosos) se ha proyectado como una alternativa a los métodos antiguos, con el objetivo de una "modificación de la enfermedad" [2], pero como alternativas a los enfoques potenciales como el cloruro de metiltionina y los osmolitos [3]. Aunque prometedores, los resultados son aún preliminares: por lo tanto, la búsqueda de métodos terapéuticos diferentes y/o complementarios podría ser un deseo imperioso, siempre y cuando se realice una caracterización en profundidad de la progresión de la enfermedad y sus correlatos neurocientíficos [4].