Claver Sibomana1*, Tatien Masharabu1, Celestin Havyarimana1,2, Joseph Nyandwi3,4
Burundi se encuentra en el África subsahariana, la región más afectada por la malaria, a pesar de los esfuerzos por reducir la transmisión de la malaria y la proliferación de sus vectores. Dado que la actividad biológica y la distribución de los parásitos de la malaria y sus vectores están influidas por factores climáticos, la epidemiología de la malaria podría estar fuertemente correlacionada con la altitud y, por lo tanto, con el clima. Además, la conversión de ecosistemas acuáticos y humedales en tierras agrícolas en zonas tradicionalmente no endémicas habría favorecido la proliferación de vectores de la malaria, lo que provocó una mayor vulnerabilidad de estas regiones a la malaria. Se analizaron los datos sobre el número de casos de malaria en las regiones ecoclimáticas de 2011 a 2020 para determinar la evolución de la malaria en Burundi y la variación de esta evolución en estas regiones. El número de casos aumentó a partir de 2013 para alcanzar picos con más de 8 millones de casos en 2016, 2017 y 2019, mientras que se observó una disminución significativa en 2018 y 2020. Sin embargo, este cambio fue significativo solo en las regiones de las mesetas centrales y la depresión del noreste. Estas regiones densamente pobladas han experimentado importantes cambios en el uso de la tierra, al convertir pantanos naturales en campos de cultivo entre 2012 y 2018, en el marco de la ejecución de proyectos de desarrollo. Por ello, estas regiones deben recibir prioridad en lo que respecta a las estrategias de erradicación de la malaria. Es fundamental apoyar los proyectos de intensificación agrícola con programas adecuados de gestión y vigilancia ambiental, en particular para evitar la proliferación de vectores de la malaria y reducir significativamente la transmisión de los parásitos de la malaria, y así superar este flagelo a largo plazo.